Mapa Lanas Baleares

Mapa de Lanas Baleares

Mapa de Lanas de Baleares para reunir en una obra artística todas las lanas de las islas

Presentamos una obra artística que recoge toda la variedad de texturas y colores de las lanas de ovejas autóctonas de Baleares.

Gracias a la colaboración de ganaderos, asociaciones, artistas y artesanos de la zona con la colaboración de Universidad de las Islas Baleares ha sido posible este trabajo creativo y enriquecedor.

Un trabajo que reúne por primera vez las razas ibicenca, mallorquina blanca y negra, mallorquina rotja y  menorquina en este singular Mapa de Lanas de Baleares

¿Quién es la oveja mallorquina?

En la mediterránea isla de Mallorca, las Ovejas Mallorquinas son las reinas de los prados. Con sus cabezas alargadas y cuerpos bien proporcionados, disfrutan de la tranquilidad del campo. Su lana blanca brilla bajo el sol mediterráneo, y sus orejas se mantienen en posición horizontal mientras exploran los pastizales.

Estas ovejas rústicas son excelentes madres y su carne es muy apreciada en la gastronomía local. En cada rincón de la isla, se pueden ver rebaños de Ovejas Mallorquinas pastando felices. Son animales fuertes y resistentes, que se adaptan fácilmente a las condiciones del entorno.

Con su piel elástica y su pelo fino, las Ovejas Mallorquinas son todo un espectáculo. Su vellón blanco, en mechones de formas variadas, les da un aspecto encantador. En la frente, se puede ver el típico moño que las distingue.

Cada día, la población de Ovejas Mallorquinas en la isla crece gracias al esfuerzo de los ganaderos locales. Su Libro Genealógico es testigo de su ascendencia y pureza. Estas ovejas son el orgullo de Mallorca, simbolizando la tradición y la belleza de la vida rural en la isla.

Algunos detalles de las ovejas mallorquinas rojas

En la soleada isla de Mallorca, las Ovejas Mallorquinas Rojas pastan por los campos. Con sus cabezas alargadas y cuerpos robustos, destacan por su temperamento tranquilo y resistente. Su lana de color rojizo y amarillento les da un aspecto único bajo el cielo mediterráneo.

Estas ovejas de mayor tamaño que la raza mallorquina blanca, alcanzan pesos impresionantes en la edad adulta. Las hembras llegan a los 45-60 Kg, mientras que los imponentes machos alcanzan los 90-100 Kg.

Con sus cabezas grandes y alargadas, las Ovejas Mallorquinas Rojas tienen una línea fronto-nasal de perfil subconvexo. Las hembras suelen ser mochas, y los machos, cuando tienen cuernos, son muy rudimentarios. Sus orejas grandes y ligeramente caídas les dan un aire majestuoso.

El cuello largo y fuerte, el cuerpo ancho y profundo, y la grupa ligeramente inclinada son características distintivas de esta raza. Sus extremidades robustas y pezuñas pigmentadas les permiten moverse con gracia por los prados.

La cola de forma triangular con el vértice hacia abajo es el sello distintivo de las Ovejas Mallorquinas Rojas. Sirve como depósito de grasa para épocas de alimentación escasa. Su piel elástica y fina, con pelo corto y brillante, resplandece en tonos rojizos y amarillos.

Las crías nacen con un color oscuro que se aclara a medida que crecen. El vellón blanco amarillento cubre su tronco y parte de las orejas, dejando al descubierto la cabeza y las extremidades.

Estas ovejas tienen un Libro Genealógico gestionado por la Asociación de Ganaderos de la Oveja Mallorquina Roja. Aunque su censo es reducido, ha ido aumentando en los últimos años.

Aunque no se especializan en producción cárnica, las Ovejas Mallorquinas Rojas obtienen ingresos vendiendo crías para consumo. Son buenas productoras de leche y se adaptan a climas secos, siendo apreciadas en el Sur de Mallorca.

Con orígenes en cruces entre ganado europeo y africano, la raza roja mallorquina tiene un morfotipo único en la isla. Con su color rojo distintivo, lana entrefina y cola ancha, estas ovejas son un tesoro de Mallorca.

¿Qué sabemos de la  oveja menorquina?

En el corazón del Mediterráneo, en la serena isla de Menorca, habita una criatura de belleza y resistencia sin igual: la Oveja Menorquina. Este animal, de proporciones esbeltas y un tamaño mediano que oscila entre los 45 y 65 Kg en su etapa adulta, se pasea con gracia por los campos. Su pelaje es de un blanco puro, y su vellón, abierto, se extiende en un manto que les confiere un aire de nobleza.

Dotada de un talento innato para la producción lechera y una notable prolificidad, la Oveja Menorquina es un pilar de la ganadería de la isla. Su cabeza, de tamaño mediano y con un perfil recto que va de la frente al hocico, ostenta una peculiaridad: mientras las hembras suelen carecer de cuernos, los machos presentan a menudo espirales cerradas que se enroscan majestuosamente.

El cuerpo de estas ovejas, de cuello corto y torso alargado, se soporta sobre extremidades fuertes y termina en una cola que elegante, supera los corvejones. Su piel, gruesa y de un blanco inmaculado, alberga un vellón especial: abierto, sin brillo, pero imponente, cubre desde el cuerpo hasta las extremidades posteriores, adornando su cabeza con una moña distintiva y partes de las mejillas con mechas triangulares de variada longitud.

Esta raza, cuyo linaje se registra en el Libro Genealógico desde 2001, no solo destaca por su leche sino también por ser una excelente madre, casi el 70% de sus partos resultan en crías dobles o triples. Aunque su contribución lechera es vital, el ingreso más significativo proviene de la venta de sus crías, cuya carne es altamente valorada y cuya calidad ya está consolidada en el mercado.

Viviendo en armonía con las vacas y otros animales de pasto, las Ovejas Menorquinas aprovechan eficientemente los recursos naturales de la isla, pastando en los campos cercados por muros de piedra después de que otros animales han hecho lo suyo. Su naturaleza rústica y adaptabilidad las convierten en pilares de la ganadería menorquina.

Con orígenes entrelazados en la historia del Mediterráneo Occidental, la Oveja Menorquina comparte rasgos con otras razas de la región, incluyendo la similitud notable con la raza Sarda. Estas conexiones subrayan una herencia común entre las razas insulares, preservada a través de la insularidad y una selección cuidadosa que ha realzado sus cualidades únicas.

Así, en Menorca, la Oveja Menorquina no es solo un animal; es un emblema de adaptabilidad, belleza y la rica tradición agrícola de la isla, representando con orgullo su legado y contribuyendo de manera indispensable al tejido de la vida rural menorquina.

¿Quién es la oveja ibicenca?

En la pintoresca isla de Ibiza, bajo el sol dorado y rodeadas por el azul profundo del Mediterráneo, pastan las Ovejas Ibicencas, seres de mediana estatura y de una belleza rústica única. Con su lana de color blanco, que se agrupa en mechas piramidales, estas ovejas se distinguen no solo por su porte sino también por las peculiares manchas de tonos negros o rojizos que adornan sus cuerpos, especialmente en las zonas más alejadas del centro.

Las hembras de esta especie, cuyo peso oscila entre los 40 y 50 kg, caminan por la isla con una gracia que refleja su equilibrio y tranquilidad innatos. La cabeza de estas ovejas, grande y con un perfil convexo, se sostiene orgullosamente sobre cuellos largos que se alargan hacia cuerpos de proporciones estiradas, culminando en grupas cortas y ligeramente elevadas. Sus colas, largas y sin modificar, ondean libremente al viento.

Sus patas, robustas y sin lana, las soportan firmemente sobre la tierra de Ibiza, mientras que su piel, fuerte y gruesa, se ofrece en tonalidades de blanco, negro, y manchado, siendo el rojizo el color que más predomina entre sus pigmentaciones. El pelo que cubre su piel es áspero, reflejo de su resistencia y adaptabilidad al entorno insular.

El vellón de estas ovejas cubre casi todo su ser, desde la cabeza hasta la parte alta de las extremidades, dejando al descubierto solo la parte inferior del vientre y las patas. Este manto de lana, de fibra gruesa y larga, se presenta en flecos puntiagudos que confieren a la oveja ibicenca un aspecto singular, bajo el cual se oculta una capa de lana más fina.

A pesar de ser valoradas por su capacidad lechera y la alta calidad de los quesos derivados de su leche, hoy en día, las ovejas ibicencas se crían principalmente para la producción de crías, el mantenimiento de los campos libres de hierbas, y el aprovechamiento de rastrojos. Su presencia en Ibiza, regulada y reconocida mediante un Libro Genealógico publicado en 2002, es un claro intento por preservar su legado.

Sin embargo, la oveja ibicenca se enfrenta a un desafío crítico para su supervivencia, con un número muy reducido de ejemplares que conservan el morfotipo deseado, situándola al borde de una extinción muy grave. Esta realidad pone de manifiesto la urgencia de acciones conservacionistas que aseguren su continuidad.

Con raíces profundamente ancladas en la herencia ovina del Mediterráneo occidental, la oveja ibicenca comparte la isla no solo con sus habitantes humanos sino también con una rica historia de diversidad genética. Pese a los cruzamientos con razas foráneas en busca de mejorar la producción cárnica, la determinación de los criadores por recuperar y mantener el prototipo morfológico original de la raza habla de un compromiso con la preservación de su identidad única.

Así, entre las aguas cristalinas y las tierras áridas de Ibiza, la oveja ibicenca se erige como un símbolo de resistencia, belleza y la lucha constante por conservar el patrimonio natural frente a las adversidades, narrando una historia de supervivencia y esperanza en cada mecha de su vellón blanco.